La Tambora y Marina Careyes podrían afectar especies de flora y fauna silvestres
Riesgo para el hábitat, la construcción de dos desarrollos turísticos en Jalisco
Las autoridades en la materia, que antes rechazaron los planes, ahora no ponen objeciones
El desarrollo turístico La Tambora, que se hará en Chamela, Jalisco, fue rechazado en dos ocasiones por la Comisión Nacional de Areas Naturales Protegidas (Conanp), la cual consideraba que representaba "un importante riesgo de impacto negativo" hacia las zonas ecológicas. Luego que el proyecto fue autorizado ambientalmente, el presidente de la Conanp, Ernesto Enkerlin, afirmó que no hay objeciones ambientales por las condicionantes que se establecieron.
Autorizado el 22 de noviembre, este proyecto fue objeto de una denuncia popular ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente. La Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA) de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) tardó siete meses en resolverlo.
Este plan, previsto en los límites de la reserva de la biosfera Cuitzmala-Chamela, y el de Marina Careyes, del empresario Roberto Hernández, en el área de protección natural Playa Teoapa, en la Costa Alegre de Jalisco, se harán en una región donde existe baja disponibilidad de agua y se albergan especies en riesgo de extinción.
La Tambora está planeada en una superficie de 681 hectáreas, en 174 de las cuales se prevé la construcción de un hotel de gran turismo con 200 habitaciones, salón de convenciones, clubes de playa, campo de golf; se edificará en la localidad Chamela, en el kilómetro 62.8 de la carretera Melaque-Puerto Vallarta, municipio La Huerta, Jalisco. Se encuentra en los límites con la reserva de la biosfera y la DGIRA consideró, en la resolución del estudio, que ahí se encuentran especies de flora y fauna silvestre catalogadas en riesgo, de acuerdo con la norma 059.
En el proceso de autorización del estudio, la DGIRA consultó a la Conanp en dos ocasiones, en las cuales su respuesta fue que "no era pertinente" la autorización por inconsistencias en la información.
En la respuesta de la Conanp del 27 de septiembre, se señala que no se habían atendido, entre otros, los aspectos relacionados con los impactos ambientales específicos sobre los elementos de la biodiversidad; "el proyecto implica un importante riesgo de impacto negativo hacia las áreas protegidas, tanto por la obra como por su operación".
Agregó que no se habían considerado "de manera objetiva e imparcial los posibles impactos negativos sobe las áreas protegidas, sino que no los ha considerado del todo". Indicó que era el caso de la deforestación, fragmentación del hábitat, contaminación lumínica y auditiva, y contaminación de suelos, agua y desechos sólidos.
El presidente de la Conanp, Ernesto Enkerlin, sostuvo que la ley faculta a este organismo para dar opinión formal de cualquier tipo de actividad o proyecto dentro de las áreas naturales protegidas, "cuando es en el área de influencia, a veces son consultados y a veces no, en este caso no podemos extralimitarnos".
Reconoció que con estos proyectos podría haber perturbaciones de manera directa por afectaciones al hábitat contiguo por la interrupción de los corredores biológicos, pero en este caso en particular el estudio tomó en cuenta que no hubiera este tipo de afectaciones. "Dentro del punto de vista purista se buscaría que las zonas estén intactas; si es un área protegida y el promovente no cumple con las leyes no se puede ir más allá. Este tipo de obras han ocasionado problemas y hay que estar atentos a que esto no vuelva a suceder".
Consideró que el activo que representa para un destino turístico estar cerca de una reserva y una selva bien conservada va en el interés del propio desarrollo, y se buscaría que los dueños y las áreas que se destinen a la conservación sean lo que se señala en el propio proyecto.
Para analizar el impacto que tendrán Marina Careyes y La Tambora en las áreas naturales, investigadores del Centro de Investigaciones en Ecosistemas de Michoacán harán una evaluación este jueves.
La importancia de la reserva Cuitzmala-Chamela, explicó Patricia Balvanera, del laboratorio de Biodiversidad y Funcionamiento de Ecosistemas, es que se trata de una de las zonas que albergan mayor diversidad biológica por la presencia de selvas tropicales secas que casi no están protegidas en el país.
Explicó que hay investigadores con al menos 25 años de trabajo en la zona y que llegaron ahí desde antes de que fuera decretada como reserva de la biosfera en 1993. En entrevista vía telefónica, agregó que esta área es importante para conocer este tipo de selvas en América Latina; se trata de vegetación de gran importancia para las poblaciones locales y de otras regiones, porque ayudan a la regulación del clima, protegen contra la erosión y regulan la calidad del agua. También se cree que tienen un papel importante en la regulación de plagas en la zona.
Por su parte, la estación de Biología de la UNAM, que se encuentra en la reserva, advirtió sobre la escasez del agua dulce en la región de Chamela, ya que se estima que "en poco tiempo será insostenible la brecha entre demanda y suministro de agua dulce, con lo que se requerirá obtener el líquido de las cuencas vecinas".
Consideró una "problemática" la localización del proyecto La Tambora debido a que colinda con la reserva de la biosfera y el santuario natural Islas de la Bahía de Chamela, además de que los terrenos del plan son parte del área de influencia del área protegida.
En relación con el proyecto Marina Careyes, del empresario Roberto Hernández, en los límites del área de protección de flora y fauna de la playa Teopa, Enkerlin indicó que no afecta el área de arribo de las tortugas y no se construirá sobre el área donde llegan los quelonios.
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