Tomado del Sendero del Peje y la revista
Emeequis
Esta entrevista ocurre en la ciudad de Puebla la mañana del pasado jueves 21 de septiembre. El entrevistado es un hombre de la Iglesia, que profesa, que guía a su comunidad en la fe católica y que sabe que hay tiempos de obedecer y tiempos de hablar, aunque sea veladamente y con la condición del anonimato. Pide que su nombre real no sea revelado y se le llame "padre Pedro". Teme que las presiones de Norberto Rivera Carrera acaben con mucho del trabajo eclesial que hace en el estado. Pero está plenamente identificado, hay testigos de la entrevista y emeequis tiene la grabación de la misma, cuya relevancia en momentos en que hay una acusación contra Rivera Carrera por proteger a pederastas nos lleva a publicarla. Dice que su conciencia está en paz, no así los recuerdos de lo que supo y enteró a Rivera Carrera, entonces obispo de Tehuacán, Puebla, y hoy cardenal y arzobispo primado de México: en 1986, por lo menos en una ocasión y en pleno uso de su derecho de conciencia, informó a Rivera Carrera que un niño había sido violado por un sacerdote de su curia. La respuesta de Rivera Carrera no la olvidará jamás: "Me preocupan más los padres marxistas que los homosexuales y pederastas en la Iglesia". | |
Puebla, Pue.– La siguiente escena ocurre en el interior de la iglesia de San Martín Atexcal, en Tehuacán, en el sur del estado de Puebla, la mañana del 11 de noviembre de 1986. Todavía la gente hablaba de lo bien que estuvo la fiesta del pueblo, la del santo patrono. Dentro del templo, un encuentro sui géneris ocurría. Frente al obispo Norberto Rivera Carrera el "padre Pedro" le explicaba, le revelaba con preocupación: "Señor obispo, siguiendo lo que a conciencia me dicta mi responsabilidad, vengo a decirle que uno de nuestros sacerdotes, el sacerdote Lorenzo, ha abusado sexualmente de un niño de la comunidad. El niño me lo ha dicho". Rivera apenas se inmuta. Responde con molestia: "Me preocupan más ustedes, los padres marxistas que andan regando la teología de la liberación, que los padres homosexuales o pederastas". El sacerdote, que había comunicado la confesión de la víctima de abuso sexual, todavía alcanzó, con voz baja, a responderle: "Cómo es posible que le parezca más preocupante una ideología que el respeto y la dignidad de ese niño... ahora entiendo por qué tiene a su alrededor a tales personas". Norberto Rivera había llegado a Tehuacán, Puebla, con una tarea precisa: afirmar el cerco contra los padres "renegados" de la Teología de la Liberación que avanzaban por todo el sur (Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Tehuacán). Contener y acabar con la Misión Pastoral de la Región Pacífico Sur y con el Seminario Regional del Sureste. Norberto Rivera sabía que habría que detener el avance de la llamada Teología de la Liberación, la del compromiso preferencial por los pobres. Y es que en Tehuacán, este pensamiento había logrado sembrar "peligrosas" semillas en el seminario local. No era casual. Tehuacán se encuentra en los límites con Oaxaca y ahí el padre Arturo Lona Reyes había hecho la tarea a favor de esta línea, al igual que Samuel Ruiz en Chiapas. Norberto Rivera no permitiría que se extendiera a Puebla. Rivera formaba parte del llamado Grupo de Roma, junto con Emilio Berlié, obispo de Mérida; Juan José Posadas Ocampo, de Jalisco; Onésimo Cepeda, de Ecatepec. Todo lo opuesto a los teólogos de la liberación. • "Me preocupan más los curas marxistas que los sacerdotes homosexuales y pederastas". El "padre Pedro", con quien se platica esta mañana de septiembre de 2006, recuerda con precisión esas frases a 20 años. –¿Y qué pasó luego de lo que le dijo al obispo? –Nada. No pasó nada. Me pidió que no me metiera en asuntos que no me incumbían. El sacerdote denunciado siguió en la parroquia. El "padre Pedro" considera que en esos años no era extraño oír este tipo de historias en la Iglesia. –¿A qué se refería con eso de que entendía por qué Norberto Rivera se rodeara de cierta gente? –A pesar de que nadie se atrevía en esos años a decirlo en público, y mucho menos a los medios de comunicación, dentro de la comunidad sacerdotal era evidente el grupo de jóvenes de los que se había rodeado Norberto Rivera y que llegaron con él a Tehuacán. Todos, por lo menos, amanerados. "Entre nosotros sabemos muchas cosas que pasan desde los seminarios. Conocíamos a este grupo de consejeros, secretarios con los que se hacía acompañar el entonces obispo, y cada vez que llegamos a cuestionar ciertas actitudes, más dura fue la embestida contra el grupo que habíamos apostado por una forma distinta de comprometer la fe, del lado de los pobres. "Norberto Rivera sabía quién era el cura denunciado. Lo sabía porque precisamente fue enviado ahí en tanto las autoridades de la Iglesia decidían qué hacer con él, pues ya se tenían antecedentes de abuso sexual. Estaba en lo que llamamos observación". –¿Era el primer caso del que se enteraba de un abuso sexual por parte de un miembro de la Iglesia? –De esa comunidad, sí; pero de otros lugares no. Estuve en otra comunidad donde habían ocurrido varias violaciones. Es que en las comunidades los sacerdotes somos bien recibidos. Somos considerados una autoridad, de la cual algunos abusan. |
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